Jean-Jacques Rousseau, nacido en Ginebra en 1712, fue un filósofo y escritor considerado uno de los más importantes pensadores de la Ilustración, cuyas ideas influyeron en gran medida en la Revolución Francesa. Su obra “El contrato social”, publicado en 1762, trata principalmente la libertad e igualdad de los hombres bajo un Estado instituido por medio de un contrato social.
Su concepción del juicio como expresión del sentimiento es contrario al sensualismo de Locke y Hume. Un ser solo sensitivo sería pasivo, y el ser humano no lo es a la hora de conocer, las percepciones y sentidos aparecen sin nosotros controlarlas, pero actuamos de forma activa a la hora de conocer y decidimos si queremos conocer algo o no). Los juicios no se pueden reducir a sensaciones. Aunque estas están a la base, los juicios correctos son expresión directa de la naturaleza de las cosas, es decir, no son del ámbito de la razón, sino del sentimiento, que es intuición directa de las cosas.
Rousseau defiende además que la razón no una es facultad superior, ni una fuente de libertad, sino un factor de coacción, que reprime el dinamismo. No hay conocimiento innato.
Para Rousseau, la afectividad comienza en el deseo, y el intento de corregir el desorden de los deseos es en vano, hay que cambiar las situaciones que los producen. La tarea de la filosofía no es solo teórica, debe hacer hombres. El sentimiento no tiene por qué ser contrario a la racionalidad, sino intuición inmediata; la sensibilidad es anterior a la inteligencia; el sentimiento sí es innato. Rousseau es antiintelectualista.
En cuanto al problema del ser humano, Rousseau en su obra “Emilio” expone su forma de entender la naturaleza humana, además de concepciones metafísicas y religiosas. Para Rousseau, el ser humano es el único de la naturaleza que puede observar, medir, obrar voluntariamente; es libre y está dotado de alma inmortal, con capacidad para hacer el bien o el mal.
Además, enfoca los principios de la pedagogía en lo que el denominaba educación natural, una educación destinada a ser tolerantes y no hacer daño a nadie. El profesor debe entender la psicología del niño y ser un guía en su desarrollo. Debe fomentar la espontaneidad, respetando ideas y estando en contacto directo con la naturaleza. No se debe explicar algo a un niño al igual que a un adulto, al igual que no se deben contar a los niños las verdades como se las contarías a un adulto, sino que se debe perfeccionar los órganos y preparar la razón por medio de los sentidos.
A la hora de este desarrollo, Rousseau establece 4 ciclos educativos:
0-5: desarrollo cuerpo.
5-12: educar sentidos.
12-15: educar cerebro.
15-20: educar el corazón.
Rousseau afirma que los valores morales y sentimientos se basan en el sentimiento, y no en la inteligencia, al igual que Hume. Además, define la figura de un hombre natural, espontáneo, no pervertido por la sociedad, y en contacto con la naturaleza, lo que le pone en comunicación con el orden universal, que es la conciencia moral. El hombre es bueno por naturaleza y la ley natural es innata. Establece una única regla moral, no hacer mal a nadie.
Rousseau defiende la inmortalidad del alma y la existencia de Dios, pero califica a las religiones de dogmas (creencias como principios innegables e indiscutibles), siendo el único templo puro de Dios el corazón humano. Esta defensa de la existencia de Dios se opone a la radicalización atea y materialista del Renacimiento, sin embargo, propone una religión de tipo deísta (Dios existe y creó el mundo, pero no interviene el él), lo cual sí era un rasgo característico de la época.
Para Rousseau, el hombre es bueno y la sociedad lo pervierte, la civilización no humaniza, no libera, sino que esclaviza, el individuo desaparece en el conglomerado social, las ciencias y las artes son poderes dominantes. La sociedad olvida la naturaleza humana. El hombre vive en sociedad por necesidad, ya que aislado, sería miserable.
Para explicar esta necesidad y la creación de la sociedad utiliza el “estado de naturaleza”, que no existió, pero que le ayuda a justificar la creación de una sociedad que no beneficia al hombre, sino que lo corrompe. En ese estado de naturaleza vivía un hombre primitivo, bondadoso, pacífico... Vivía libre y solo, pero, al ver las dificultades a las que se enfrenta cada día para sobrevivir, decide juntarse con otros hombres. De esta manera, se fundan las sociedades mediante un pacto al que hombre se somete libremente, sociedades como origen de todos los males, es competitiva, por lo que trata desigualmente a los hombres, dando más oportunidades a unos que a otros por lo que el hombre se vuelve malo, se corrompe, y debido a la propiedad privada el poder se transforma de legítimo a arbitrario.
La solución a esto no es volver al estado de naturaleza en el que el hombre no podía sobrevivir, sino transformar la sociedad con leyes justas y legítimas
basadas en el consenso de la mayoría, lo que Rousseau denomina voluntad general. Un estado que sea expresión de la voluntad general tiene ciertos parecidos con el estado de naturaleza, ya que, quien lo obedece se está obedeciendo a sí mismo, al haber participado en la elaboración de las leyes y verse representado por ellas. Los gobiernos tienden a degenerar y anteponer su voluntad a la voluntad general, pero el verdadero soberano es el pueblo.