José Ortega y Gasset (1883-1955) fue un filósofo y ensayista español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de la razón vital, situado en el movimiento del novecentismo. Se crio en una familia acomodada y un ambiente culto, muy vinculado al mundo del periodismo. Entre sus obras destaca “El tema de nuestro tiempo”, publicada en 1923, que expone temas como sus teorías sobre el perspectivismo y circunstancialismo para superar el subjetivismo e idealismo moderno.
En su teoría del conocimiento, Ortega se enfrenta al problema de la verdad. Según Ortega, definir la verdad es un gran problema porque cuando se intenta siempre aparecen datos contradictorios y la verdad, si pretende ser un reflejo adecuado de lo que son las cosas tiene que ser una e invariable. Sin embargo, a lo largo de la historia el hombre ha cambiado de opinión en múltiples ocasiones, lo que ha dado lugar a dos posturas opuestas:
Escepticismo: renuncia a la idea de que la verdad pueda ser conocida por el hombre.
Dogmatismo: para salvar la verdad renuncia a la vida. Si la verdad es una e invariable no puede atribuirse a individuos cambiantes, lo que obliga a suponer la existencia de un sujeto abstracto.
Ortega rechaza ambas posturas. En primer lugar, rechaza el escepticismo porque la vida requiere de la verdad y abandonarla conllevaría que el pensamiento y la vida serían algo sin sentido. En segundo lugar, rechaza el dogmatismo por dividir en dos al ser humano, por una parte, todo lo concreto, y renunciar a ello, y por otra parte lo racional, que es lo que considera verdadero y valora. Ninguna de las posturas considera la doble instancia a la que se somete el pensamiento.
Para Ortega, por un lado, el pensamiento es una función vital necesaria para la supervivencia, por lo que separar vida y pensamiento es destruir ambos. Por otro lado, el pensamiento es una actividad que posee una finalidad específica, alcanzar la verdad. Ambas instancias del pensamiento se necesitan mutuamente.
Esta doble instancia obliga a reunir la relatividad de la verdad y la verdad como valor absoluto, lo que se consigue cuando se entiende la verdad como perspectiva. La verdad que el hombre puede conseguir nunca es una verdad plena, sino que refleja de la realidad lo que puede ver de ella desde un punto de vista determinado. Dos puntos de vista sobre la misma realidad no pueden coincidir, pero sí complementarse. Ortega justifica esto afirmando que el sujeto no deforma las impresiones, pero tampoco las deja sin tocar. Al conocer, selecciona, desde un lugar determinado, desde una perspectiva.
El perspectivismo para Ortega no es puramente subjetivo, sino que se apoya en la constitución de la realidad. La realidad tiene una estructura que consiste en ser perspectiva y el conocimiento debe atender a esa estructura si quiere conocerla. La falsedad consiste en eludir la perspectiva haciendo absoluto un punto de vista particular. Solo los en los conocimientos lógicos o matemáticos el conocimiento de todos los hombres es idéntico y no hay perspectiva.
Además de esto, Ortega distingue entre pensamiento y conocimiento.
El pensamiento es toda actividad por la que el ser humano da a la circunstancia en la que se encuentra un orden que le permite vivir en este mundo.
El conocimiento es el resultado de la actividad del pensamiento.
En Occidente el conocimiento se ha entendido como resultado del pensamiento solo cuando se orienta a conocer la naturaleza de las cosas. Ortega defiende que frente a la razón pura se encuentra una razón vital o histórica, la que el hombre utiliza cuando su pensamiento no está dirigido a conocer la naturaleza de las cosas, sino la vida misma.
Esto nos permite encuadrar a Ortega como un filósofo raciovitalista, El raciovitalismo consiste en afirmar que el conocimiento es de naturaleza racional y que la vida constituye su tema central, ya que la vida humana necesita de la razón. Por esto, el principio cartesiano “pienso, luego existo” se convierte en Ortega en “pienso porque vivo”.
Por último, al encontrarse cada ser humano en un mundo ya dado, es necesario para Ortega distinguir entre ideas y creencias.
Las ideas son producto del individuo, no se puede vivir sin ellas.
Las creencias no las elabora el individuo, sino que estamos en ellas, constituyen la cultura en la que vivimos. Nuestra conducta depende de nuestras creencias, de ahí la importancia que Ortega otorga a la historia.
Ortega concibe la filosofía como un saber universal que aspira al conocimiento del todo, a averiguar qué es la realidad como conjunto. Ortega se sitúa ante su objeto de conocimiento ignorando cuál es y si es cognoscible, solo sabe que es un objeto integral, y se pregunta cuál es. A la hora de intentar responder a esa pregunta, Ortega plantea una crítica hacia el realismo y el idealismo, reflexionando sobre las respuestas que han dado filósofos anteriores. Antes del renacimiento, la gran mayoría de filósofos mantenían que lo único que existe realmente es el mundo cósmico, y los filósofos modernos, dudaron del mundo y de todo lo que les rodeaba, aunque no podían dudar de que estaban dudando, por lo que la realidad fue para ellos el pensamiento, la conciencia. Para Ortega ambas posturas son incompletas. Ni el mundo cósmico ni el pensamiento por sí mismos pueden ser el objeto, el todo. El mundo no existe sin una conciencia que lo piense y el pensamiento no existe si no es pensamiento de algo. Esto es lo que él describe como una “coexistencia del yo con el mundo”.
Para ortega la vida es la realidad radical y la filosofía es una reflexión sobre la vida, pero no en sentido abstracto, sino de manera personal. La filosofía es una reflexión sobre “mi vida”.
(debe incluirse dentro de la pregunta de conocimiento y realidad)
La vida de cada ser humano está constituida por lo que hace y por lo que le pasa, pero al darse cuenta de ello, vive su vida y además se vive a sí mismo viviendo. El hombre se pone en contacto con el mundo con lo que Ortega llama circunstancias, todas las realidades que se encuentra y todos los problemas a los que se enfrenta. Estas circunstancias forman parte del propio hombre, por lo que Ortega llega a afirmar “Yo soy yo y mis circunstancias”.
Al hombre se le impone la vida y también sus circunstancias, lo que Ortega denomina fatalidad (no por ser negativo sino por no poder elegirse). Cada hombre ha nacido en una familia, en una clase social... que no ha podido elegir. Sin embargo, aunque al hombre se le imponga la vida, para resolver todos sus problemas tiene que tomar constantemente decisiones, por lo que la vida no solo es fatalidad, sino también libertad. Al realizarse cada persona según las decisiones que toma en la vida, Ortega concibe al hombre como un proyecto de vida de sí mismo.
Ortega, en su obra "La rebelión de las masas", analiza la sociedad dividiéndola en dos clases: las minorías selectas y la masa. Para él, esa minoría selecta no se basa en el linaje, sino en la excelencia personal. Sin embargo, en el siglo XX, mientras la vida ha mejorado para muchos, las masas han adquirido un poder social completo y las minorías selectas han perdido influencia. Esta situación ha llevado a una falta de dirección y proyecto en la sociedad. Estamos en el momento en el que más recursos y más cosas podemos hacer, pero no sabemos realmente que hacer, vivimos sin proyecto. Para Ortega esta situación puede conducir a la barbarie: aparece un tipo de hombre que no quiere dar razones, sino sencillamente imponer sus opiniones, se cree con derecho a no tener razón. Es la razón de la sinrazón que Ortega atribuye explícitamente al bolchevismo y a los fascismos. Evitar esta barbarie exige que el hombre esté realmente a la altura de su tiempo, que conozca su historia y valore el esfuerzo de quienes pelearon para conseguir los privilegios de los que él goza.