Friedrich Nietzsche fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán del S.XIX considerado uno de los más importantes de la filosofía occidental. Escribo sobre temas tan diversos como el arte, la filología, la historia, la religión, la ciencia... Es considerado uno de los tres “maestros de la sospecha” junto a Marx y Freud y su influencia fue notoria en la filosofía contemporánea. Entre sus obras destaca “La Gaya Ciencia”, publicada en 1882, donde Nietzsche desarrolla temas como la muerte de dios, el nihilismo, el eterno retorno o la transmutación de los valores.
Nietzsche plantea su teoría del conocimiento afirmando que la verdad es un conjunto de metáforas realzadas poéticamente y que, tras un largo uso, un pueblo admite como firmes.
Nietzsche afirma que la forma básica del conocimiento son las intuiciones, única forma de captar la vida, que es insondable (que no puede conocer a fondo o en profundidad). El lenguaje no expresa correctamente las intuiciones y se limita a crear metáforas que intentan expresar las relaciones de las cosas con los seres humanos, porque la cosa en sí es incognoscible. Así, las palabras funcionan como metáforas socialmente aceptadas, y la verdad se convierte en la metáfora que se acepta como válida. Pero la palabra, esa metáfora socialmente aceptada, se transforma en un concepto que debe servir como instrumento de comunicación entre los humanos, y todo concepto se forma por equiparación de casos no iguales, abandonando las diferencias individuales. Este abandono es arbitrario, por eso defiende que el concepto es lo que los hombres han querido que exprese. Así se produce un falseamiento de la realidad: la metáfora falsea la intuición, el concepto falsea la metáfora.
Lo que hace posible es la abstracción, un movimiento racional que sustituye la realidad por el concepto, la intuición por la razón, por eso Nietzsche lo llama necrópolis de intuiciones. Los seres humanos han olvidado el origen de los conceptos y los toman como verdaderos.
Además, establece que sólo conocemos interpretaciones, ya que los hechos en sí son incognoscibles, y como las interpretaciones son múltiples, el conocimiento es perspectivismo. La mecánica del conocimiento es un aparato de abstracción no dirigido a conocer sino a obtener poder sobre las cosas, el conocimiento es la mayor fabulación y la voluntad de poder está en su origen. Siempre que se quiere conocer es para obtener poder. De esta concepción del conocimiento parten las críticas de Nietzsche a la filosofía y ciencia occidentales. Acusa a los filósofos de apoyarse y fundamentarse en conceptos vacíos y abstractos, el mayor de ellos, Dios. La metafísica hace depender toda la realidad de un concepto que para Nietzsche es falso Dios. Por otro lado, la ciencia rechaza las creencias indemostrables, pero se asienta es una de estas creencias sin demostrar, que la verdad es mejor que la falsedad, que conocer es mejor que no conocer, y no se ha demostrado.
Nietzsche es un filósofo vitalista, afirma la vida y la acepta tal cual es, sin querer enmascararla ni huir de lo desagradable o terrible. Considera que el arte, la filosofía, la ciencia... han enmascarado la vida y la han degenerado negándola. De este punto surge su crítica a la moral occidental. Propone el uso del método genealógico para descubrir el origen de los valores occidentales.
La vida es lo único que Nietzsche ama, que no se puede definir porque estaca a todo concepto y a veces se confunde con la sabiduría porque la sabiduría forma parte de la vida. Para descubrir la vida vuelve a utilizar el método genealógico a través de sus manifestaciones, para poder interpretarla. Para él, la vida se manifiesta como un instinto espontaneo, una constante lucha de energías opuestas, y si bien es cierto que tiene momentos trágicos estos son “la alegría de vivir”, ya que la vida es una fuerza creadora. Para Nietzsche negar la vida supone escapar de su realidad, limitando su propio ser, y es este el origen de la decadencia de occidente. Afirma la vida supone aceptarla tal cual es y esto es a lo que llama Nietzsche voluntad de poder, la fuerza interna que impulsa a cada individuo. Sin embargo, esta voluntad está limitada por el tiempo, lo que Nietzsche considera como la "tribulación más solitaria de la voluntad".
Nietzsche basa su afirmación de la vida en el origen de la tragedia griega. Considera que sus dos elementos fundamentales son Apolo, dios de la belleza, de las formas perfectas, de la proporción, de las artes estáticas como la pintura o la escultura... Y Dioniso, dios del vino, de la embriaguez, de la exuberancia, dios de las artes dinámicas como la música o la danza. La grandeza de la tragedia griega consistió en saber aceptar estas dos fuerzas opuestas tal cual son, aceptando la vida tal cual es y sin querer huir o esconderse de alguna de ellas. Los presocráticos consiguieron afirma la vida íntegramente.
En cambio, si la tragedia griega fue la expresión de la afirmación de la vida, pronto aparecen en la misma cultura griega síntomas de negación de la vida, de decadencia. El primero de ellos fue Sócrates, al que culpa de introducir la razón fría y calculadora que se opone a la espontaneidad del instinto. Fue el primero en identificar razón, virtud y felicidad, y si el hombre feliz es el virtuoso, y la virtud se obtiene a través de la razón, se está aceptando un solo aspecto de la vida, la razón. Platón continuó la decadencia al inventar otro mundo que propone como verdadero, convirtiendo el sensible en una mera copia, la decadencia de la abstracción. Nietzsche culpa además al cristianismo por universalizar esta decadencia.
Nietzsche, en su crítica a la moral tradicional, especialmente la moral judeocristiana, emplea el método genealógico y un análisis etimológico para descubrir que "bueno" se relaciona con lo aristocrático y poderoso, mientras que "malo" se asocia con lo despreciable y débil, estableciendo así la antítesis "aristocrático/despreciable". Esta distinción moral lleva a la diferenciación entre la moral de señores y la moral de esclavos.
Los señores son creadores de sus propios valores y no buscan aprobación externa, encontrando su felicidad en su poder desbordante. Si ayudan al desgraciado, lo hacen por su propio exceso de fuerza, no por compasión. En contraste, los esclavos, al ser débiles, ven con recelo las virtudes del poderoso y valoran cualidades como la compasión y la paciencia para sobrellevar su existencia. Su felicidad se percibe como pasiva, lo que les impide expresar su cólera y lleva a resentimiento y rencor.
En Occidente, hay una inversión de valores donde la moral de los esclavos ha prevalecido sobre la de los señores. Los esclavos se han rebelado, generando valores opuestos a la vida. Este cambio comienza con el judaísmo y se extiende con el cristianismo, que promueve sentimientos de culpa y sacrificio personal. Para Nietzsche, este enfoque representa una negación de la vida misma, ya que promueve la abnegación y la renuncia a los impulsos vitales en favor de un ideal ascético. Esta perspectiva, según Nietzsche, lleva al nihilismo, una filosofía que cuestiona la existencia de valores fundamentales y el sentido último de la vida.
Para Nietzsche el nihilismo es el término que define la cultura europea, una historia de decadencia y negación de los auténticos valores, una voluntad de nada. La identificación cristiana entre Dios y verdad lleva implícita su negación, porque la razón sustituye a la fe y descubre que no hay Dios, que Dios no está presente. Por eso Nietzsche llega afirmar que “Dios ha muerto”, y que lo han matado los hombres. La Ilustración y la Revolución Francesa desempeñan un papel importante en este proceso al exigir la negación de toda autoridad intelectual, lo que lleva a la desaparición de la autoridad moral representada por Dios.
Nietzsche propone la superación del nihilismo mediante la creación de nuevos valores que den sentido al hombre y a la vida. Esta superación implica una reflexión crítica sobre los valores anteriores y un nuevo proyecto de ser humano, representado por el superhombre. Nietzsche describe al hombre como un puente entre el animal y el superhombre, que será la encarnación del Dios Dioniso, que establece el bien y el mal con absoluta autonomía moral. Para lograr alcanzar este superhombre, Nietzsche intenta reflejarlo con una metáfora, la de la triple metamorfosis. Del camello (sumiso) se evoluciona al león (rebelde) y posteriormente al niño, al superhombre (inocente, espontáneo y sin prejuicios morales).
Además, Nietzsche desarrolla su teoría sobre el eterno retorno. El problema del tiempo se centra en una paradoja, la voluntad de poder exige la superación del propio ser, pero el tiempo es voraz. Para superarlo Nietzsche habla de la eternización del presente; un instante que es la síntesis del tiempo total, el eterno retorno de lo igual. El tiempo es circular y devora eternamente, pero también devuelve eternamente.