René Descartes fue un filósofo, matemático y científico francés nacido en 1596, considerado uno de los pensadores más influyentes de la época moderna. Es reconocido por su enfoque metódico y su contribución fundamental al desarrollo del pensamiento racional y científico. Una obra destacable es “Meditaciones metafísicas”, publicada en 1641, en la que demuestra la existencia de Dios y la inmortalidad del alma.
El problema del método, entendiendo por método el camino que hay que seguir para llegar a los conocimientos que con seguridad son verdaderos, surge en Descartes tras abandonar el colegio, que le había dejado tantas dudas, que llega a afirmar que lo único que han logrado esos supuestos conocimientos es descubrir su ignorancia. Busca entonces una manera de llegar a un conocimiento verdadero, del que no se pueda dudar. Desarrolla el método cartesiano, en el que trata de adaptar los elementos de Euclides a la filosofía. En el “Discurso del Método” establece 4 reglas para llegar a este conocimiento:
Evidencia: Se basa en utilizar la evidencia como criterio para la verdad, para no caer en la precipitación y prevención de tomar algo como verdadero. Serán conocimientos evidentes los que se nos presentan clara e indistintamente, sin que tengamos posibilidad a dudar de ellos.
Análisis: Consiste en dividir las cuestiones que se han de examinar en el mayor número de partes posibles y necesarias para su mejor solución. Según esta regla, los problemas deben ser reducidos a sus elementos más simples.
Síntesis: Consiste en conducir ordenadamente nuestros pensamientos, empezando por los objetos más simples y fáciles de conocer para ir ascendiendo, poco a poco, hasta el conocimiento de los más compuestos.
Enumeración: Consiste en hacer enumeraciones muy completas y revisiones muy generales con el fin de estar seguros de que no olvidamos nada.
Descartes pretende alcanzar verdades absolutas, es decir, verdades sin posibilidad de error y para ello parte de la duda, conocida como la duda metódica. Define dos niveles de duda, el primero de ellos radica en los sentidos. Estos engañan con frecuencia acerca del color, tamaño o figura de las cosas, por lo que debemos dudar de todo lo que provenga de los sentidos. Este primer nivel de duda viene confirmado también por la imposibilidad de distinguir entre la vigilia y el sueño, por lo que la experiencia directa de los sentidos queda puesta en cuestión. El segundo nivel de duda abarca una serie de conocimientos a los que no llega el primero, y lo basa en la existencia de un genio maligno, que nos pudiera engañar, para que creyéramos ciertas cosas como ciertas en ámbitos como la aritmética, la geometría... ya que, defendía, que nunca sabríamos si este genio maligno hubiera querido engañarnos cuando, por ejemplo, sumamos dos y dos.
Con el uso de estas reglas y de la duda metódica, Descartes sólo puede llegar a una afirmación de la que no duda, que mientras él dudaba de todo para detectar lo que era falso, estaba pensando, por lo que era una cosa que piensa. No sabía si el mundo existía, si tenía cuerpo, o si todo era un engaño de los sentidos, pero sabía que pensaba, y por tanto que existía. De ahí surge su famosa frase “Pienso, luego existo”.
Descartes defiende el hecho de que, pensar no demuestra que sea verdadero el contenido de ese pensamiento. Dado que él considera pensar como tener ideas, analiza estas ideas y las categoriza en tres tipos:
Ideas adventicias: Este tipo de ideas provienen de la experiencia, por ejemplo, la idea de mesa, silla...
Ideas facticias: Las construye la mente a partir de otras ideas, pero no provienen de la experiencia. Por ejemplo, la idea facticia de unicornio proviene de la síntesis de ideas adventicias de caballo, narval, pájaro...
Ideas innatas: No provienen ni del exterior ni son formadas por nuestra mente, sino que el pensamiento las contiene en sí mismo.
Las ideas innatas podrían sintetizarse en dos, la de infinito perfecto, y la de finito imperfecto, lo medible.
Es entonces cuando Descartes se basa en esta idea de infinito perfecto para demostrar la existencia de Dios. La idea de infinito es la idea de un Ser que no tiene limitación, y, por tanto, no existir sería una limitación. Por lo tanto, tenemos que afirmar que ese ser infinito, Dios, existe, pues si no, la idea de infinito carecería de sentido.
Descartes defiende la existencia de un dualismo cuerpo alma, siendo dos sustancias independientes, el cuerpo mortal y el alma inmortal. Además, hace una clara distinción entre acciones y pasiones. La razón debe someter a las pasiones en base a la prudencia. Considera las acciones como decisiones y conductas que dependen de la voluntad, y las pasiones como decisiones que dependen del cuerpo y son involuntarias.
Descartes también reflexiona sobre la moral y establece principios como que hay que obedecer las leyes de un país, hay que seguir con decisión las resoluciones una vez tomadas, o que debemos vencernos y cambiarnos a nosotros mismos antes intentar cambiar el mundo.