Platón fue un influyente filósofo griego dualista, discípulo de Sócrates, nacido en el 427 a.C. en Atenas, proveniente de una importante familia aristócrata ateniense. Es ampliamente reconocido como uno de los pensadores más importantes en la historia de la filosofía occidental. Fue el fundador de la Academia de Atenas y es principalmente reconocido por sus diálogos filosóficos, en los que exploró diferentes temas como la ética o la sociedad. Destacan obras como “Fedón”, escrita en torno al 387 a.C., en la cual presenta su visión sobre la inmortalidad del alma, y su teoría del conocimiento.
Realidad
Para Platón, el ser humano es capaz de obtener conocimientos científicos. Conocimientos necesarios, universales e inmutables. Esto le obliga a justificar que existen objetos necesarios, universales e inmutables, ya que, si no, el conocimiento científico carecería de sentido. Pese a que estos objetos existan, la experiencia muestra objetos particulares y cambiantes.
En este contexto, Platón afirma la existencia de dos mundos, el mundo sensible en el que vive el humano, con objetos cambiantes y particulares, y el mundo de las ideas, cuyos objetos son necesarios, universales e inmutables.
No es que existieran dos mundos físicos o dos planetas, sino dos planos distintos de la realidad. A cada clase de objetos que existen en el mundo sensible le corresponden una idea en el mundo de las ideas.
Estas ideas son universales, eternas, inmutables, y están jerarquizadas, ya que existe una idea que abarca a todas las demás. SER-BIEN-BELLEZA. Todo lo que está por debajo existe, y es bello.
Para Platón, este mundo es obra del demiurgo, quien organizó una materia caótica que existía desde siempre para llevarlo al estado de orden, que era mejor que ese caos inicial. Para hacer esto se ha servido como modelo de unas ideas, que también existían desde siempre. El mundo sensible no es imperfecto por la voluntad del demiurgo, sino porque la materia con la que se le dio forma ya era imperfecta.
Conocimiento
Platón explica el conocimiento como reminiscencia, como recuerdo de lo que el alma vio en el mundo de las ideas antes de caer y verse encerrada en la cárcel del cuerpo. Para explicar esto usa la escalera gnoseológica y el mito de la caverna:
Existen 2 tipos de conocimiento en la escalera, el sensible (DOXA) y el intelectual (EPISTEME).
Dentro del sensible tenemos:
Eikasía: Es una fase de imaginación o conjetura. Confusión de percepción de algo causada por su imagen. En el mito de la caverna se correspondería con las sombras en el fondo de la caverna.
Pístis: Se basa en la creencia, nuestra percepción es correcta y podemos diferenciar la realidad de su imagen, pero sin ser conocimiento verdadero al encontrarnos todavía dentro del mundo sensible. En el mito de la caverna se asemejaría a ver los objetos, y no sus sombras.
Dentro del intelectual ubicaba:
Diánoia: Es la razón discursiva, el conocimiento matemático de sistemas axiológicos. Tiene limitaciones al depender de axiomas (presupuestos, que no se demuestran). En el mito de la caverna se correspondería con la observación de objetos y astros por la noche, ya fuera de la cueva.
Noesis: Se trata del conocimiento puro de las ideas y de su relación con los axiomas y entre ellas. En el mito de la caverna se correspondería con la observación de los objetos a la luz del sol.
Para llegar a recordar lo olvidado e ir subiendo escalones en la escalera debe haber un camino, al que Platón denomina dialéctica, ascendente y descendente.
Ascendente: En búsqueda del conocimiento verdadero, de la realidad que no requiere de ninguna otra para existir.
Descendente: Consiste en extraer consecuencias de ese conocimiento y se llega a ser justo. El hombre justo, el que ha adquirido el conocimiento verdadero, es el que puede organizar una sociedad justa, recorre el camino hacia abajo para liberar a los demás ciudadanos.
Para Platón, la fuerza para subir esa escalera es el amor, a través de la contemplación del ser amado adquirimos un conocimiento superior.
Según Platón, el ser humano está compuesto por alma y cuerpo (dualismo antropológico). El alma es inmortal, encarcelada en el cuerpo, que solo le impide dedicarse a su verdadero destino. Platón distingue en el ser humano tres tipos de alma:
Alma concupiscible: es la fuente de los placeres mundanos, se encuentra en el bajo vientre y está representada por el caballo negro en el mito del carro alado. Es predominante entre los productores, el estatus más bajo de la sociedad ateniense.
Alma irascible: Es la fuente de los impulsos nobles y heroicos. Se aloja en el pecho y se ve representada por el caballo blanco. Es predominante entre los guardianes.
Alma racional: Es la fuente de los impulsos intelectuales que nos animan a conocer el bien y a hacerlo. Es la única inmortal y tiene una motivación moral. Es predominante en los filósofos, que han visto el mundo de las ideas y están purificados.
Acompaña esta división con el mito del carro alado. Este mito cuenta la historia de un auriga que intenta conseguir domar a dos caballos que tiran del carro, uno negro y uno blanco. Solo si el auriga consigue dominarlos a los dos conseguirá su objetivo, que es mantener en pie el carro.
Para Platón, el alma es inmortal ya que perdurará, aunque el cuerpo muera. Para justificar esto utiliza el argumento de la simplicidad, lo que es compuesto y tiene partes, tiene a descomponerse, como el cuerpo. En cambio, será inmortal aquello simple e indivisible, como el alma.
En cada persona predomina una parte del alma, y en base a cuál sea la predominante, tendrán una tarea u otra en la sociedad. En los productores predominará el alma concupiscible, en los guardianes el alma irascible y en los sabios el alma racional. Pese a esto, el deber moral de todo ser humano es equilibrar estas tres partes, aunque esto solo lo consigue el sabio en el que prima la parte racional.
Para Platón, el alma está encarcelada en un cuerpo del que solo podrá liberarse si se purifica, si llega al último escalón de la escalera gnoseológica, si el auriga doma a los dos caballos. En caso contrario, el alma se verá obligada a reencarnarse en otro cuerpo, hasta que se purifique. Si el alma racional se dedica a lo que le es propio, la contemplación racional, se alcanza la virtud, y con ella, la felicidad. El telos (fin último) del ser humano es que su alma se purifique por completo, visualizando el mundo de las ideas. Esta purificación es necesaria para alcanzar el bien y ser justo. Debido a esto Platón se enfrenta a los sofistas, y para él, no todas las acciones son igual de valiosas.
Para Platón, el ser humano es social por naturaleza, no puede vivir en aislamiento. A las tres partes del alma le corresponden tres estamentos sociales: gobernantes, cuya virtud es la prudencia; guardianes, con la virtud de la fortaleza y los productores con la templanza. La sociedad sólo alcanzará, y permitirá al individuo alcanzar, la justicia si los tres grupos viven en armonía, para lo que cada uno debe cumplir su función.
Platón da una serie de instrucciones y normas prácticas para mantener esa armonía. Por ejemplo, recomienda educar a los guardianes para que repriman sus deseos, seleccionándoles desde la infancia. Viven en comunidad, incluso los hijos son comunes, sin propiedades; son los gobernantes los que fijan los matrimonios.
Los gobernantes son elegidos por haber demostrado voluntad de justicia y se les educa para que lleguen dialécticamente a la contemplación del bien. Además, Platón afirma la igualdad entre los dos sexos.
En cuanto a las formas de organización del estado, Platón en el VII libro de La república, analiza diversas formas de gobierno y las ordena, de la mejor a la peor.
Aristocracia: gobierno de los mejores. Forma más perfecta.
Timocracia: gobierno de guerreros. Ansia de honores.
Oligarquía: gobierno de los ricos. Persiguen su propio beneficio.
Democracia: gobierno del pueblo. Libertad incontrolada y desprecio de las leyes, culpable de la muerte de Sócrates.
Tiranía: gobierno de uno. Quiere restablecer el orden, pero acaba con el Estado.